Por Malena Valdés Consultora en alimentación por tipo sanguíneo y trofología
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¿Sabía usted que…Se consumen más laxantes que cualquier otro medicamento de uso común? ¿Qué la industria farmacéutica gana millones de pesos anuales tan sólo en laxantes?
Probablemente esto se debe a un HÁBITO. Los residuos de la alimentación son considerados como suciedad y, de ahí se deduce, fácil, aunque erróneamente que, si permanecen en el colon, envenenarán el organismo. Nada parece más lógico entonces que limpiar el organismo, echar fuera el “veneno” que aparentemente nos causa desvanecimiento, falta de apetito o pesadez. Así, al pobre colon se le apremia de continuo con fármacos y más fármacos.
Los fabricantes de fármacos se aprovechan de tales temores para anunciar sus laxantes en formas de tabletas, líquidos, chicles y confites. Este estado de cosas es peligroso. Todas las drogas usadas en esos laxantes “inofensivos” ejercen su acción porque son irritantes. Que hacen que el canal digestivo arroje su contenido con más rapidez que lo normal.
Lo mismo los purgantes vegetales (cáscara sagrada, aceite de ricino, etc.), que los salinos (sal de Epson, leche de magnesia, etc.) y obviamente los químicos, irritan la sensible membrana que cubre el interior de los intestinos.
El canal digestivo, que tiene unos nueve metros de largo, puede dividirse en tres partes. El esófago y el estómago reciben el alimento y lo preparan para la asimilación. El intestino delgado, que es muy largo, absorbe las sustancias nutritivas de los alimentos. El colon, porción principal del intestino grueso, que es relativamente corto, expulsa del organismo los residuos de la digestión. Es en el colon donde los purgantes causan mayor irritación.
La propulsión del contenido de los intestinos se efectúa por una serie de contracciones de las fibras musculares de las paredes intestinales. Cuando la membrana que reviste estas paredes se somete a la acción de sustancias irritantes, las contracciones de las fibras musculares aumentan, y el movimiento de dicho contenido se acelera. Los intestinos tratan de deshacerse de las sustancias que los incomodan. En el intestino delgado el efecto principal de esta propulsión acelerada es que sólo parte de los componentes nutricionales de los alimentos pasa a la sangre a través del revestimiento de las paredes. Pero donde ocurre el mayor daño es en el colon, porque allí las contracciones propulsoras son normalmente más lentas y el purgante permanece en contacto con las paredes durante más tiempo. La membrana del revestimiento se inflama, y como el contenido del colon se mueve con más rapidez que lo ordinario, no hay tiempo para que el agua que lleva sea absorbida normalmente. Hay además una perturbación del intercambio de gases entre la sangre y el contenido del intestino. Esto causa distensión abdominal, cólicos, ruidos prolongados y gorgoteo.
A causa de la estrecha relación que existe entre el canal digestivo y el sistema nervioso, en los casos de fuerte irritación intestinal hay abatimiento físico y pesantez; es frecuente la náusea, que puede terminar en vómito. El paciente experimenta una sensación de malestar general. ¿Qué hace por lo general para mejorarse? ¡Tomarse otro purgante!
El tiempo que los alimentos necesitan para pasar de un extremo a otro del canal digestivo es sorprendentemente largo. Para pasar por el estómago solamente, una comida ordinaria necesita entre 4 y 6 horas, y para recorrer los nueve metros del canal digestivo, entre 36 y 48 horas, por lo menos. Lo que se come el lunes (desayuno, comida y cena) se convierte en líquido en el estómago y luego pasa por el intestino delgado durante el lunes y la noche del lunes. El martes por la mañana el residuo apenas ha llegado al colon, aún en forma líquida. Durante el día y la noche del martes, se mueve lentamente en el colon, deshidratándose a medida que avanza, y el miércoles por la mañana es arrojado del organismo. Mientras tanto, el alimento consumido el martes ha llegado como residuo a la parte superior del colon, en donde luego pasa a la parte inferior, que lo expele el jueves. El colon normal, nunca está vacío.
Veamos cómo cambia el proceso cuando se toma algún laxante… supongamos que la persona lo toma el lunes antes de acostarse. El purgante causa efecto el martes en la mañana y produce no sólo la evacuación del día, sino también la del miércoles. Cuando llega el miércoles, los intestinos no han tenido tiempo de normalizarse y puede no haber evacuación. De acuerdo con la creencia común de que debe haber por lo menos una evacuación diaria, la persona de que se trata toma otro laxante. Lo que debe hacer es dejar que los intestinos sigan su curso normal. Si la evacuación no ocurre mañana, probablemente ocurrirá pasado mañana.
Los términos “autointoxicación”, “absorción tóxica”, “estancamiento del colon”, no son más que conceptos erróneos que confunden y asustan a la gente. El revestimiento del colon es una membrana protectora que se interpone entre el torrente sanguíneo y el contenido del colon. Casi lo único que absorbe es agua. Las materias fecales dentro del colon normal pueden considerarse como si ya estuvieran fuera del organismo, esto es, depositadas en un receptáculo que las conservará debidamente hasta que se presente la oportunidad de expelerlas.
La irritación repetida debilita la acción protectora de la membrana del colon, la cual se inflama y se engruesa. Las células de la superficie se separan, perdiendo así su continuidad. Por este revestimiento enfermo pueden pasar productos de putrefacción y fermentación a la sangre y causar desordenes en el organismo. En tales casos, no debe tratarse de arrojar afuera “el veneno” del colon por medio de más purgantes, los cuales impiden que la membrana sane, sino restaurar la acción protectora normal de la membrana por medio de medidas adecuadas.
Desde hace mucho tiempo se sabe que cuanto mayor es la cantidad de los residuos de la digestión, tanto mayor es la actividad de los músculos intestinales. La comida ordinaria se compone de alimentos “suaves”, que son absorbidos casi por completo en el intestino delgado, y alimentos “’ásperos”, que dejan residuos, como las legumbres, las cáscaras de las frutas y las semillas. En la mayor parte de las personas quedan suficientes residuos para que haya por lo menos una evacuación diaria. Algunas tienen más de una evacuación todos los días, lo cual no perjudica, con tal que la alimentación no estimule demasiado el colon. También hay personas que tienen una evacuación cada dos días. Mientras esto le sea normal, no hay perjuicio alguno.
En ciertas personas ocurren evacuaciones diarreicas, aunque su régimen alimenticio sea el mismo que el de la generalidad de la gente; en estas personas se dice que el colon “es irritable”. Deben entonces, disminuir los alimentos ásperos y aumentar los suaves. En otras personas, por el contrario, es común el estreñimiento, aunque coman alimentos ásperos en abundancia. Esta es la gente de “colon perezoso”, mal que remedian por medio de sustancias que “dan volumen”: agar agar, semillas de psilium, etc. Estos productos absorben agua, se hinchan y forman masa en el conducto intestinal. Son suaves, no causan irritación, aumentan las heces y estimulan la acción muscular del colon. No son drogas, sino simples auxiliares mecánicos.
Los médicos han discutido mucho el empleo de los aceites minerales para el estreñimiento. Muchos opinan que el aceite mineral absorbe las llamadas vitaminas solubles en grasa (vitamina A y D) y que por tanto no debe usarse con regularidad. En algunas personas causa flatulencia. Con excepción de estos defectos, pare ser inocuo. Es un lubricante y no produce irritación, como lo hacen casi todos los purgantes. Sin embargo, aquí en Vive-ON, creemos que buenos hábitos alimenticios y de acuerdo a nuestro tipo sanguíneo, así como una hidratación adecuada nos podrá ir llevando poco a poco a un intestino más saludable y regularizado de manera natural. Y si tenemos algún problema de estreñimiento, consumir 2 cucharadas de aceite de oliva o aceite de coco en ayunas, elevar nuestra ingesta de agua y reducir el consumo de cereales (integrales y refinados) podrá llevarnos a una evacuación intestinal más saludable para nuestro organismo.
Asimismo la práctica de enemas matutinos con medio de agua, tener una vida activa o hacer ejercicios de caminata al menos 20 minutos diarios, son otros mecanismos a los que podemos acudir.
Aprende a conocer tu cuerpo, sobre todo tu intestino y tu colon, ¿es lento, es irritable, qué tipo de alimento le ayuda más a su naturaleza? Estas y más interrogantes podemos contestar observando y aprendiendo a conocer nuestro cuerpo, de las respuestas obtenidas, conoceremos qué es lo que él necesita para su mejor salud.
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